El camino de hierro de Río Tinto, la modernidad 'british'



Howard, Fleming, Daniel, Haffenden son algunos de los apellidos que todavía perduran en Valverde del Camino, un pueblecito onubense situado entre los valles de los ríos Tinto y Odiel conocido por su industria de botas de calzado. El primer ferrocarril de Huelva comenzó a rodar por sus caminos en 1870, con la llegada de las grandes compañías internacionales, atraídas por la riqueza minera de los alrededores y el deseo de conectar las explotaciones con los puertos de embarque. 

La obra de The Buitrón & Huelva Railway & Mineral Company Limited forma parte del curioso legado de escoceses e ingleses que hicieron de pequeños territorios británicos al sur de la península la provincia costera y serrana de hoy.

"La demanda internacional de cobre, hierro, plomo o manganeso, entre otros minerales, convirtió la Cuenca Minera de Huelva en un referente mundial de primer orden y propició el asentamiento en su territorio de un buen número de empresas extranjeras de ámbito multinacional", introduce María Antonia Peña, catedrática de Historia Contemporánea, con motivo del curso El legado británico en Huelva durante los siglos XIX y XX que el lunes abre sus puertas en la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).

Aunque deba hablarse de las minas de la provincia, por su carácter simbólico y su reconocido papel en la historia de la ciudad, se puede decir que todo comenzó en 1873 con la compra de las minas de Río Tinto por un consorcio británico de banqueros alemanes y escoceses. Si bien es cierto, tampoco hay que olvidar que la presencia empresarial anglosajona en la zona se remonta al siglo XVIII. 

La singularidad de Río Tinto, que durante más de 15 años fue la primera mina del mundo, se explica desde su acuerdo de venta. Fueron 92.800.000 pesetas que sacaron de la bancarrota al gobierno de la I República y con las que la compañía Río Tinto Company Limited se hizo con todo, cielo, suelo y subsuelo, hasta que a día de hoy sigue siendo la única mina española cuyos derechos de explotación están en manos privadas.

También se firmó la construcción de un ferrocarril que permitiese la salida de los minerales hacía Gran Bretaña desde el puerto de la capital, siendo la producción de azufre una de las más cotizadas tras la subida de precios en Sicilia. Una infraestructura, el "camino de hierro", que ejemplifica el empuje industrial impregnado a la Huelva pesquera de pequeños huertos y viñas. Por su producción y el número de trabajadores, más de 10.000 a principios del XX, se distingue de otros yacimientos importantes, como el de Tharsis. Río Tinto revirtió al Estado en 1954 y desde finales de los 80 no registra actividad.



Esta explotación se tradujo en una explosión de cambios prolongados en el tiempo sobre la sociedad natal, una revolución industrial, económica, social y cultural. Para el historiador francés Gérard Chastagnaret, escéptico en la materia, "El principio de una mina es el agotamiento, su función es desaparecer como forma de explotación", el legado más positivo fue el impulso de la educación en Tharsis, "aunque fuese pensada para los hijos de los jefes y luego pasase a los obreros".

Emilio Romero, director del ciclo de conferencias que se celebra en La Rábida, destaca igualmente el nacimiento en 1904 de una de las primeras escuelas de formación para capataces mineros como consecuencia de las dificultades de los británicos para comunicarse y dirigir a sus trabajadores, por lo general españoles.

Otro ejemplo significativo es el legado arquitectónico y de infraestructuras, que ahora nutre el turismo de la ciudad. Destaca Bellavista, el barrio obrero de Reina Victoria o "las casas de los ingleses" de Punta Umbría, estación de recreo donde se desprendían del aire insano de la mina.




Los escoceses en Tharsis quisieron reproducir con la construcción del barrio de Bellavista, cercano a la explotación de piritas, su anhelada vida burguesa, e introdujeron "tres elementos claves que explican la mentalidad victoriana de la época: el club, la capilla y el cementerio", cuenta Consuelo Domínguez, profesora titular en la Universidad de Huelva. "El club era el espacio reservado para las relaciones sociales", continúa, y contaba con todo tipo de lujos: piscina, campo de golf, casino, pistas de tenis, cricket; capillas presbiterianas y también católicas, para no entrar en conflicto con el poder de la Iglesia; y cementerios característicos "donde la naturaleza y la vegetación forman parte del tránsito entre la vida y la muerte". De entonces se conservan tres camposantos en la provincia que son objeto de numerosas visitas.

La investigadora Consuelo Domínguez también remarca el carácter "filantrópico" del que se aprovechaban los británicos para "que los trabajadores se sintieran permanentemente agradecidos sin tener que reconocer sus derechos" y desactivar el sindicalismo de lucha. Se levantaron hospitales, el primero de Huelva y de Rio Tinto, asilos para los más necesitados, y la ciudad jardín de Reina Victoria, una concesión a la clase obrera para dar respuesta a sus necesidades de vivienda.

Sin embargo, no se puede olvidar que a pesar de los esfuerzos por evitar cualquier tipo de conflicto, que horrorizaba a la clase pudiente, no pudieron librarse de la primera revuelta medioambiental de la historia, fechada el 4 de febrero de 1888. La dura represión se saldó con cientos de asesinados según algunas versiones, aunque el gobierno de Sagasta sólo admitió la muerte de 13 personas.

El punto más criticado de la huella británica es el hermetismo de los británicos, su estricta concepción de clases y el elitismo del que se sirvieron para no mezclarse, a ningún nivel, con los nativos, que quedaban excluidos de la vida social. Domínguez lo explica "como una característica propia de la sociedad victoriana, donde la segregación era vista como normal y se dividían entre clases y castas".

En todo caso, considera que "no debemos juzgar el pasado con los parámetros actuales. Su comportamiento en las cuencas mineras no fue diferente al de Inglaterra o las colonias del imperio". Gérard Chastagnaret lo mira con otros ojos y prefiere suavizarlo apuntando que "el fútbol era el único lugar de encuentro". Los de la compañía enseñaron a los del pueblo e incluso servía de distracción mientras los barcos mercantes cargaban el mineral.

De este modo, y como curiosidad, es en Río Tinto donde empieza el juego del football, siendo el Recreativo de Huelva el primer equipo oficial español. A pesar de sus luces y sus sombras, todos coinciden en señalar que la historia de la provincia no se explica sin este capítulo de casi 100 años de minería y presencia extranjera, e insisten en la importancia de preservar la herencia recibida que hace de Huelva lo que es hoy día.

Publicado el 11 de julio en La Aventura de la Historia.

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