Es cubano y reside en España desde marzo de este año, después de que su hija Yunia, médico, decidiese agruparlo junto a la familia que ha formado tras más de 10 años viviendo y trabajando en este país del que tiene la nacionalidad. Sin embargo, H. R. R. ha quedado excluido de la sanidad pública con la reforma sanitaria de 2012 por lo que, a pesar de ser un con papeles y del cáncer terminal que padece, ha sido desatendido durante tres largos meses.
"La señora Ana Mato asegura que ‘todas las personas están siendo atendidas’ y que ‘todos tenemos garantizada una asistencia de calidad’, pero es mentira", reprocha Yunia, apoyada por el grupo de acompañamiento Yo Sí Sanidad Universal, que ha conseguido que algunos sanitarios desobedezcan la ley y apliquen su trampa para que H. R. R. sea por fin asistido.
Así, desde mayo el enfermo es, sin serlo, considerado oficialmente un transeúnte sin permiso de residencia por el Servicio Madrileño de Salud, accediendo a los derechos de los extranjeros no residentes: básicamente, el servicio de urgencias.
Después de muchas vueltas, H. R. R. comenzó a recibir hace un par de semanas cuidados paliativos para aminorar el dolor por el cáncer de colon que, a sus 75 años, ha regresado en forma de "metástasis hepática", y reproduciéndose a tal velocidad que sólo le dan "apenas unos meses más de vida".
Ésta es la única vía para que personas como el padre de Yunia, ahora "en el limbo sanitario" según C. I. G., miembro de Yo Sí Sanidad Universal, sean atendidas. A partir de la entrada en vigor de la nueva normativa, aquellos que, aún siendo residentes, adquirieron esta condición después del 24 de abril de 2012, quedan fuera del Sistema Nacional de Salud; haciendo de la sanidad privada la única alternativa.
Sin embargo, esta exclusión no aparece reflejada en ninguna de las reformas. Ni en el real decreto-ley de abril de 2012 ni en el que se alumbró en agosto. "No es hasta la quinta vez que fui al Instituto Nacional de la Seguridad Social [el órgano estatal que ahora debe decidir quién recibe atención y quién no] cuando me denegaron por escrito la cobertura médica para mi padre", cuenta Yunia, que trae consigo una circular administrativa que, por primera vez, se ha hecho pública para los ciudadanos y justifica situaciones como ésta.
Esto, además, "demuestra la desinformación intencionada que se ha extendido entre usuarios, ciudadanos y administrativos", señala C. I. G. "Nadie sabe qué hacer, quién tiene derecho a qué; ni los propios profesionales si tienen la facultad de decidir por ellos mismos", continúa exponiendo la trabajadora de Yo Sí Sanidad Universal para alertar de que "desde la primera muerte conocida por la desatención médica, la del joven Alpha Pam en Mallorca, por una tuberculosis tratable, se habla de una posible responsabilidad penal hacia el administrativo que le denegó la asistencia". "Y muchas administraciones desconocen esto".
"Si la exclusión de los sin papeles es injusta, inmoral, y atenta contra la salud como derecho universal, también es cierto que ha sido la cortina de humo diseñada por el Gobierno para introducir un cambio de modelo que deja fuera a gente que sí tiene papeles", alzan la voz desde Yo Sí Sanidad Universal.
Además, insisten en que el Ministerio de Sanidad "tiene claro, igual que la sociedad científica, que este cambio supondrá un repunte de las enfermedades infecciosas".
Del grupo de acompañamiento de Lavapiés (existen más de 30 en toda España), M. M. se muestra preocupada porque el caso de H. R. R. no es una excepción, sino que a diario ven a "pacientes despistados que corren de un sitio a otro buscando atención, otros a los que se les atiende tarde y directamente muchos que por miedo ni buscan la asistencia".
Por eso, M. M. critica que el Gobierno asegure que "se atiende a todos, al tiempo que mantiene la siguiente coletilla: ‘Independientemente del procedimiento administrativo posterior’". Esto, para M.M., es lo mismo que decir que: "El acceso a los Mercedes está garantizado, sólo que si lo quieres tienes que pagarlo". "Si hay que pagarlo, no está garantizado", concluye M. M.
El peregrinaje sanitario
"Pasé tres meses corriendo de aquí para allá buscando ayuda mientras mi padre esperaba un tratamiento que no llegaba", cuenta Yunia, quien lamenta que nunca podrá saber si el cáncer terminal de su padre, H. R. R, podría tener hoy un diagnóstico distinto de haber sido atendido desde marzo, cuando ella misma, médico, comenzó a estudiar sus molestias.
Ante las contradicciones de ventanilla en ventanilla ("su padre no tiene derecho", "rellene estos papeles y vuelva usted mañana, que pronto tendrá la tarjeta", "váyase a la privada"), acudieron a una consulta privada. "Un señor con sus características, mayor de 65, sin posibilidad de cura, es imposible que consiga un seguro privado, no es rentable". De modo que H. R. R. fue diagnosticado pero seguía sin recibir tratamiento. "Básicamente, el que enferme y no tenga cura, se tiene que ir a su casa a morir", critica Yunia.
Publicado el 17 de junio de 2013 en el diario El Mundo.
Foto: Alberto Cuellar.
Foto: Alberto Cuellar.
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